Temblores

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Temblores
Entre el "ser" y el "deber ser"

"Temblores"
Dir. Jayro Bustamante
Guatemala (2019)

Sinopsis
Estamos ante un gran nombre del nuevo cine latino, Jayro Bustamente. Presentada en Berlín y Premio Especial en San Sebastián, un sofocante drama sobre la intolerancia y los crímenes que se cometen en su nombre. Como "Las Herederas" en clave masculina.
Pablo es un hombre de 40 años, casado y padre de dos maravillosos niños. Es un modelo a seguir y un cristiano evangélico practicante. Pero su perfecta vida tradicional comienza a quebrarse cuando se enamora de un hombre y sus sentimientos entran en conflicto con sus creencias. Su vida se convierte en un infierno de intolerancia represiva cuando su familia y su iglesia deciden hacer lo que sea preciso para “curarle”, forzándole a reprimir sus impulsos mediante terapia.

Temblores (2019), de Jayro Bustamante, empieza con la tensión hasta el cuello: A Pablo (Juan Pablo Olyslager) lo espera toda su familia, muy inquieta. Han descubierto su secreto, la vergüenza no puede ser peor. Pablo, de inmediato, se refugia en un cuarto, pero hasta ahí lo siguen y lo empiezan a presionar, «no piense solo en su felicidad, sino en la felicidad que le puede dar a los demás», por eso le piden que niegue todo. Al fin y al cabo viene de una familia pudiente, religiosa, preocupada por el «qué dirán». De repente, un temblor los sacude y la atención cambia, hay que recoger a los niños. La esposa de Pablo, Isa (Diane Bathen), le pide que no vuelva a la casa. Decepcionado, Pablo se adentra en su nuevo mundo, lo que lo ha exiliado de su familia y le ha causado el escándalo: Él es homosexual, pero no se siente mal por eso, como le confiesa a su pareja, Francisco (Mauricio Armas). Pablo está dispuesto a no vivir más encerrado.

Sí, parece otra de esas películas donde el protagonista revela su sexualidad y lucha contra el mundo por su amor… Pero no. En un país donde la homosexualidad sigue siendo públicamente repudiada, esto no va para un final feliz. Poco a poco se va revelando la manipulación de su familia, el rechazo de la gente que rodea a Pablo y las drásticas decisiones que debe tomar. Su esposa lo quiere corregir, asegura que «no es tan cerrada» y «también puede ser curiosa». A pesar de que hace su mejor papel, la verdad le gana, ella no puede vivir con eso, por lo que decide tomar cartas en el asunto. Pablo pierde su trabajo, en ese lugar hay «una moral por cuidar».  Los hijos de Pablo, un niño y un niña, se pelean porque quieren ver a su papá, pero no los dejan, los niños han escuchado que es porque el niño no debe estar cerca de su papá.

Mientras tanto, en el culto al que Pablo asiste con su mamá, hablan sobre el amor. «El amor todo lo puede». Especialmente el amor de Dios. La mamá de Pablo pone sus manos sobre la cabeza, rezando por él. Las personas cercanas hacen lo mismo, todos quieren su «cura». Su hermano le pide que se cuide, que sea discreto. Hay un cierto cliché en todas estas situaciones, resultan muy familiares y ya se han visto. La explicación es muy sencilla y viene en las palabras de Francisco cuando Pablo se ve arrepentido por salir del clóset: «¿Qué crees, que es fácil ser marica? ¡Ni que fuera Luxemburgo!». Pablo no vive en Europa, vive en toda Latinoamérica, en pleno 2020, donde sigue existiendo el concepto del homosexual -especialmente el hombre- como una persona dañada, pervertida, sucia, pedófila, despreciable. Y en eso radica la autenticidad de este filme. Es un aterrador retrato contemporáneo de lo que Pablo “debe ser” en la sociedad y lo que realmente “es”, o quiere ser, pero no lo van a dejar.

Parafraseando otro diálogo de Francisco, ser hombre no es casarse y tener hijos, ser hombre es asumirse. Y como Pablo no lo hizo, pues lo asumieron y lo expusieron, por eso paga las consecuencias con todo lo que tiene. Su familia no tiene límites ni escrúpulos, porque ese es su amor hacia Pablo, el sacarlo del “pecado” y la “perdición” que le espera, y de paso ellos también librarse de la vergüenza social. Pablo llega hasta el punto de dudar de sí mismo, ¿y si de verdad es un peligro para sus hijos? ¿Y si de verdad está equivocado? Porque la felicidad personal está por debajo de la voluntad de Dios, le repite su madre. Porque él TIENE que ser un hombre de bien.

Pablo se somete entonces a la terapia de conversión de la iglesia. La terapia más homoerótica posible, además: todos los hombres bañándose juntos para «quitar la vergüenza y la deshonra», y luego luchas cuerpo a cuerpo. Todo para evitar la erotización con los hombres y encontrar en ellos la amistad, para luego la búsqueda del amor «puro y verdadero» con las mujeres. Es impresionante ver la frialdad de la Pastora (Sabrina de La Hoz), su convencimiento ante la terapia de conversión tan controversial y ahora prohibida en muchos lugares del mundo. No hay otra verdad que no sea la de esta iglesia evangélica, uno de los más fuertes poderes en Guatemala. No hay otra solución posible para Pablo, excepto, quizás, la muerte.

La realidad y los extremos no pueden estar más claros. Las brillantes actuaciones le dan naturalidad a la narración y la fuerza necesaria para no sentir la película como una lección, sino como un dolor, una compasión por un hombre que está sometido, que no tiene a nadie que lo apoye de verdad con lo que siente en su interior. Está solo contra el mundo, con una pareja que sigue con su vida y que ya luchó su batalla. Ahora es el turno de Pablo de enfrentarse a la realidad, pero es más pesada la fuerza de la iglesia evangélica y la presión social de Pablo que lo que siente por Francisco, un hombre bohemio que va de un lado para otro sin mayor preocupación.

¿Qué debe hacer Pablo, entonces? ¿Ser lo que quiere y tener una vida en las sombras, rechazado por su familia y la sociedad? ¿O que sea lo que debe y así pueda vivir en la burbuja elitista en la que creció? Esa sigue siendo la realidad para muchas personas en Latinoamérica que no están dispuestas a revolcar su vida hasta la raíz por declarar abiertamente su homosexualidad, que no tienen la fuerza para sobrevivir los temblores que van a sacudir hasta lo más profundo de su ser. Al fin y al cabo, esto no es Luxemburgo. (Juan Camilo Velandia)

Trailer: